lunes, 13 de mayo de 2013

Un prologo largamente postergado


EL BANQUETE DE LOS DIOSES



El ruido de los gritos de victoria y los silbidos de escarnio resonaba en las salas doradas del Valhöll. Los dioses y sus invitados habían pasado los tres últimos días hartándose de carne asada e hidromel, entonando canciones guerreras e improvisando versos. El Padre de Todos los había convocado a todos, dioses y diosas, aesires y vanires, mayores y menores, valquirias e einherjar, para contemplar un espectáculo singular: La mayor batalla de esta Era, el canto del cisne de Roma,  en la que Atila el Huno se había enfrentado al ejército del general Flavio Aecio.

El espectáculo había sido digno de su público divino. Los dos bandos se acometieron con gran furia, y continuaron luchando después de que cayera la noche, a la luz de hogueras y antorchas. La sangre de los reyes había corrido, y se habían presenciado grandes hechos de armas. Con los aesires a su diestra, y los vanires a su izquierda, Woden había actuado como anfitrión, maestro de ceremonias y escaldo. Había dispuesto las mesas del banquete en forma de herradura, dejando en el centro lugar para el Estanque de la Visión, que los siervos jötum habían llenado con el agua de la Fuente de Mimir. De este modo, los invitados podían ver en él imágenes de la batalla, ya desde lo alto como si fueran águilas, ya de primera mano, como si fueran uno más en la batalla, según la voluntad del Mago Supremo.

Con su infinito conocimiento, Woden había señalado en el Estanque de la Visión quien era este guerrero, quien aquel caudillo, recitando su genealogía, glosado sus hazañas y brindado por ellos cuando habían caído. Incluso había recibido el mismo, en lugar de su hijo Bragi, a alguno de los más distinguidos, invitándoles a unirse  al banquete para que pudieran contemplar el resultado final de la batalla en la que habían sucumbido.

Al concluir el épico combate, ell Rey de las Dioses brindo por Atila, que había sido vencido, mas jamas perdió el coraje, disponiendo su propia pira funeraria para inspirar a sus hombres y que no se produjera una desbandada. Siguiendo su ejemplo, uno tras otro los dioses alzaron sus cuernos rebosantes de hidromel y brindaron  por esté o aquel guerrero, vivo o caído, vencedor o vencido. Tiwaz el Manco brindo por Aecio, el mejor general, que había llevado adelante una guerra virtuosa y vencido a un enemigo terrible contra toda esperanza. El pelirrojo Thunnor brindo por Teodorico, el rey visigodo, caído en lo más fuerte del combate mientras animaba a sus tropas.,Woden, el rey de los dioses, lo hace por el mismo Atila. Uno tras otro los dioses fueron brindando por las virtudes de los caídos, y por el gran espectáculo que les han proporcionado.Más las diosas callaron.

Loki, el pérfido, siempre dispuesto a sembrar las semillas de la discordia, intervino en este momento, preguntando a las damas que si no ha habido ningún guerrero que haya ganado su admiración con sus proezas durante la batalla. Freyja, la pelirroja dama de los vanir, fue la que tomó la palabra.

Freyja dijo que no veía nada que celebrar en la matanza que acababa de tener lugar. No había habido ninguna buena razón para aquella batalla y su desenlace no había servido a propósito alguno, y que lo que realmente ocupaba su mente era la enorme cantidad de viudas y huérfanos que había dejado tras de si la ambición de Eztzel (Atila).

Las palabras de la diosa de la fertilidad indignaron a varios de los dioses. Bragi improvisó una breve sátira rimada sobre la esposa que se queda en casa disfrutando del botín conseguido por el valiente marido y encima le engaña con los sirvientes , poema que recibió una crítica tan mordaz como certera de su madre Frigg, que de paso le recordó que tenia ochocientos años, seguía viviendo en casa de sus padres y que el único trabajo que había conseguido se lo había dado su padre Woden, de copero y rascaversos en el Valhöll.

Thunnor, bramo, grito, y golpeo la mesa con el mango de su martillo Mjolnir, y luego se cayó súbitamente cuando su esposa Sif le susurro al oído.

Woden, el Padre de Todos, aguardo a que acabara el griterío y entonces se levantó, haciendo un gesto con los brazos extendidos y ambas palmas abiertas mirando al suelo, mientras sus dos cuervos, Hugin y Munin bajaban revoloteando de las vigas del techo y se posaban sobre sus hombros.

Con una voz perfectamente modulada, el Tuerto recordó que todas las hazañas de tiempos pasados y presentes habían sido inspiradas por la ambición. Así se habían edificado grandes reinos, esta era la manera de lograr que las mujeres y los niños tuvieran prosperidad y seguridad. Para que unos vivieran otros debían morir, Freyja debía saberlo mejor que nadie.

Pero la Bonita Dama no estaba de acuerdo. Es cierto que la muerte de hoy era necesaria para engendrar la vida de mañana, pero la matanza insensata y sin sentido como la que acaban de presenciar en los verdes campos de la Galia no era el único camino.Había otra forma de hacer las cosas.

No existía tal forma, repuso el Rey de los Dioses, las mejores intenciones siempre deberían enfrentarse a la dureza de la realidad.

Entonces intervino de nuevo el ladino Loki: quizás podría ponerse a prueba la hipótesis de la hermosa Frejya,  si la diosa vanir concedía su favor a un príncipe y  Woden el suyo a otro, y así ver cual era el que medraba antes.Pero, ¿en qué tierra escoger a los príncipes?.

Noruega, exclamó Thunnor , Svithjodh dijo Freyr. Cada dios tenia su casa real o territorio favorito, pero finalmente Freyja zanjó la discusión, diciendo que si iba a participar en aquella apuesta, lo haría no con un héroe, sino con una heroina, y escogio a Jorunn, hija de Hlothere, una princesa sajona destinada a gobernar. Jorunn era descendiente lejana de Thunnor , asi que Woden le pregunto a su tormentoso hijo si tenía algún reparo, a lo que el pelirrojo dios del trueno respondió que su nietecita podría con lo que le echaran.
Rapidamente, Woden escogió astutamente a uno de sus descendientes, Hengist, un héroe famoso, y el primero entre los sajones que vivían en Britania. La Gran Isla seria el tablero de juego, y de este modo, el dominio de los dioses del norte se acrecentaria, algo muy necesario en aquellos tiempos, en que tantas tribus y naciones habían dado la espalda a los aesires y los vanires y empezado a rendir culto al dios del madero.

Y así empezó la Saga de la Estrella Caída.


No he encontrado imagenes que me convencieran para este post. Si alguno conoce alguna lo agradeceria...

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