martes, 10 de febrero de 2015

Cronica sajona: El reencuentro.

[viene de la entrada anterior] Wulfric y Rowen se acercan sigilosamente hasta los centinelas y los dejan sin sentido, arrastrándolos a las sombras. Tras esto, los beornlingas se acercan al pórtico del templo para poder contemplar lo que esta ocurriendo.

Ante ellos, se esta desarrollando una ceremonia pagana, cientos de devotos se agolpan en torno a una plaza pavimentada en piedra. Las mujeres visten vestidos de lino blanco y llevan pelucas negras, los  hombres, tan solo llevan faldas de lino, llevan el torso descubierto, algunos medio cubierto con pieles de leopardo, y llevan la cabeza rapada al cero.

Pero lo que realmente capta su atención, al menos la de todos los beorlingas de sexo masculino, son
las siete danzarinas, que sin mas vestidura que un taparrabos de lino y una peluca, bailan en el centro de la plaza, iluminadas por la luz de la luna reflejada en unos grandes espejos dispuestos en los tejados de los templos que dan a este espacio compartido. Bajo la plateada luz de la luna, las bailarinas derraman sensualidad, y por un momento los héroes casi se olvidan de si mismos.

Una vez recuperados de la impresión los beorlingas empiezan a buscar a los niños entre la multitud, sin éxito. Tras ello buscan salidas alternativas del templo, aparte de la puerta principal, atiborrada de concelebrantes.

Encuentran dos puertas laterales, ambas conducen a otras templos, y finalmente a un gran río.  Mientras tanto, parece que las danzarinas, a las que han identificado como sacerdotisas de Hathor, la diosa egipcia del deseo, han terminado su danza. Escoltadas por varios sacerdotes, suben las escaleras del templo de Isis. El templo en el que se ocultan los PJ.

Los sacerdotes se extrañan de no ver a los centinelas en el templo, y comienzan a buscarlos, mientras los matatrolls se ocultan entre las sombras. Cuando ya parecen a punto de descubrirlos, se empieza a escuchar un cántico desde la plaza, y todos se dan la vuelta y se dirigen a la puerta.

Aprovechando la circunstancia los matatrolls salen del templo por la puerta del este y tratan de ver lo que ocurre. Un palanquín, llevado en volandas por ocho fornidos esclavos nubios, entra en la plaza desde un lateral. Sobre el mismo va un niño ataviado con todos los elementos de la realeza faraonica, corona, cetro y látigo. ¡¡¡Se trata de Basel, el hijo de Wulfric!!.

Los atónitos PJ deciden  que la audacia es el mejor camino. Irrumpen en medio de la ceremonia y reprenden al faraón niño, que se pone chulito y usa sus poderes feericos para asumir la forma de un Horus de dos metros, hasta que su padre le pone en su sitio, aunque el pequeño bribón consigue que le prometan que no le castigaran. Con el están su hermana y el sobrino de Wulfric.

Sin esperar a que los egipcios se les pase el Estupor, vuelven al interior del templo y cruzan el espejo de Isis de vuelta a Britania.
Reconstruccion del reencuentro padre-hijo

La sesión fue algo caótica, con jugadores yendose por razones de fuera mayor, lo cual afecto al desarrollo de la trama. Al final los PJ no llegaron a enterarse de donde estaban exactamente: En la isla de Filae, en el Alto Egipto.