lunes, 11 de noviembre de 2013

Kent

Los jugadores parten con el alba al encuentro con el gigante Varamir. Y pese a todos los relatos advertencias y preparativos, este resulta ser un individuo simpático y hospitalario, aunque algo bruto y simplón. El único momento en que parece estar a punto de dañar a los PJ es cuando les invita a salmon mediante el expediente de lanzarles un pez entero a cada uno, y es que Varamir prepara el salmón e espetos como los humanos preparan sardinas, y como buen gigante, no controla muy bien su fuerza.

El gigante esta en el fiordo buscando algo perdido, un anillo de pedida que los enanos le ha forjado para su amada. Lanza sus redes sin descanso para tratar de repescarle, pero hasta ahora sin éxito. Hvit la vidente utiliza su ciencia para encontrarlo. Resulta que el gigante es también algo disléxico y estaba buscando en el lado malo del fiordo. De este modo pronto recupera su anillo y esta listo para partir.

Jorun ha cumplido pues su promesa al jarl danes, y este levanta la pena de muerte sobre su hijo, aunque no la de exilio. El Lagrimas de Freya, sale del fiordo de Odense y pone proa hacia el oeste, de vuelta la hogar. Aunque primero harán una pequeña escala en Frisia.

En Frisia las dotes de oratoria de Jorun dan fruto como nunca. Un rió de hombres, mujeres y niños se agolpan en las naves para seguirla por el sendero de ballenas hacia la tierra prometida, la que debe ser arrebatada a los cantacii cuando caigan las hojas de los arboles.

Tantas son las tropas que se alistan bajo las banderas de los beorlingas, que el earl Hlothere traza un plan. Atacaran la fortaleza britana de Portus Lemanis antes de que Hengest y Horsa lancen el ataque principal contra los cantacii. Así podrán confundir a los britanos y lo que es mas importante, hacerse ya con el territorio. Su plan funciona magníficamente. Distrayendo a la mitad de la guarnición con una pequeña incursión, se apoderan de Portus Lemanis, Lymme desde ese día. Al hacerlo, Jorun hace que ejecuten al Prefecto Afranio, el reyezuelo britano que ordeno la muerte de los staeningas, el clan sajon masacrado por Afranio. Y no es una ejecución cualquiera, Jorun hace que hagan con el El Águila de Sangre.
La Tierra en disputa
Las tropas frisias de Jorun siembran el caos en el sur de las tierras cantacii, mientras su rey reúne a sus ejércitos en su capital de Durovernum. Los reyes gemelos por fin llegan con sus propias tropas, que maniobran hasta encontrarse con las fuerzas de Jorun y formar un solo ejercito, que se encuentra con el ejercito cantacii a los pies de las murallas de su capital.

La niebla tarda en disiparse la mañana de la batalla, revelando primero las torres de la muralla de Durovernun, el ultimo día en que conservara tal nombre. En una tienda de lona, los comandantes se reuenen para trazar el plan de batalla.

Hengest ha formado su ejercito con sus tropas en el centro, colocando las mejores tropas en el ala derecha a las ordenes de su geroffa Wulfhere y el ala izquierda al mando de su hermano Horsa. Casi la mitad de esta ala esta formada por las tropas beorlingas. Como reserva Hengest mantiene a unos setecientos guerreros jutos de su confianza.

Los beorlingas distribuyen sus tropas colocando a setecientos frisios al frente, detrás las dos unidades de élite, los Garras de Oso, una unidad de choque tradicional del clan y la nueva Centuria de Grajos, la unidad adiestrada y equipada a la romana por Eomer el Negro. El propósito de esta disposición es que así animaran a los bisoños y servirán de refuerzo si las cosas se ponen feas. En el campamento junto a los pertrechos y el hospital de campaña a mando de Thorlot, queda el fyrd, la milicia del clan, como ultimo bastión si todo parece perdido.

Frente a ellos se alza el ejercito cantacii, armado a la romana, pero no tan bien entrenado. Se trata de un ejercito de milicia, con algunas unidades de élite pagadas por los aristócratas romano-britanos. Lo único impresionante es su numero, ya que superan ampliamente a los sajones en una proporción de 10 a 7. Justo ante las tropas de Jorun esta el ala derecha britana al mando del general Fabio Estilicano, un viejo soldado romano.

Y las cosas amenazan torcerse muy pronto, cuando llega el momento de pedir la ayuda divina, el Cristo Blanco escucha a los britanos del general Fabio, pero los aesires no dan señal alguna. Después cuando llega el momento de que los campeones salgan al centro del campo de batalla para el combate previo, un centurión, una figura que parece salida de antiguos relieves, con un scutum, un pilum y una lorica
lanza su desafía apuntando con su lanza al enemigo. De entre los beorlingas surge el valeroso Marek y los dos guerreros se enfrentan a cara de perro.

El centurión es el primero en golpear, hendiendo el escudo y rasgando la armadura del sajón. Este responde con su espada y también hace volar trozos del escudo del vástago de las legiones. Uno y otro se buscan continuamente, dando y encajando golpes.El filo de la espada se embota y la punta del pilum queda romo, más ninguno quiere ceder. Pese a todo, parece que el día es de Jehova y no de Wodenn, el centurión sin nombre se proclama vencedor, un derrotado, confuso y humillado Marek, tras conceder el campo es llevado en camilla hasta las manos curativas de Thorlot. 

Finalizados los prologomenos, los comandantes empiezan a maniobrar unos contra otros y la linea cantacii se extiende con la idea de rebasar por la izquierda a los sajones. Pero los beorlingas resisten, aguantan la embestida, y aunque durante un par de horas la situación parece indecisa, consigue quebrar al enemigo y hacerlo retroceder primero, y luego ponerlo empezar a aniquilarlo. Viendo que la suerte es adversa, Fabio trata de retroceder hacia la ciudad, pero los frisios se lanzan en su persecución y los masacran inmisericordemente a los pies de las murallas ante los sobrecogidos defensores.
En este momento, Jorun decide ser audaz, y ordena a sus reservas de élite, Grajos y Garras, lanzarse al asalto de las murallas para aprovechar el momento. Estos consiguen tomarlas, y seguidamente las puertas, abriendo paso a todo el ejercito germánico a la ciudad, que ya no sera más Duravernum, sino Cantawaraburh, algún día Canterbury.

Tras la batalla pasan muchas cosas, pero solo hablaremos de algunos. Del saqueo y sus miserias nada contare, pues es la historia de siempre. En lo que nos concierne, en su lecho de dolor el confuso Marek decide entregar su alma al Crucificado, al que considera responsable de su salvación. En su delirio ve una intensa luz blanca en la que se siluetea la figura de un cáliz.
Hengest continua sus intrigas. En la noche de la celebración de la victoria envía a un berserk tan terrible como famoso: Irminric el del Salon Desierto, llamado así por como quedo el salon de un earl tras sufrir su colera. 
Irminric profana la celebración de los Matatrols insultando a todo y a todos y especialmente a Jorun,
cuando esta ordena a sus arqueros asaetearle, sale huyendo. Jorun jura venganza, pero comprende que debe esperar un tiempo, ya que hay asuntos mas importantes que atender.
Y es que la tierra ha sido tomada, y como Kent renombrada. Los cantacii se hunden en la oscuridad, y lo que fue suyo, se reparte entre frisos, jutos y sajones. Se reparten bosques, prados, ciudades y colinas, y nace un nuevo reino, el primero de los descendientes de Seaxnet en Gran Bretaña.