Quizás el dios Mitra y sus adoradores hayan muerto, pero aun les queda poder suficiente para alzarse
de sus tumbas y castigar a los sacrílegos. Tiempo atrás, algunos de los adoradores del campeón del Sol, engañados por el Lucio Artorio feerico, se juramentaron para seguir protegiendo el mitreo de la colina más allá de la muerte. Dos Leo y seis Miles, el quinto y el tercer grado del culto respectivamente, fueron enterrados en el templo para alzarse en defensa de sus reliquias, los Tres Rytha traídos por sus antepasados desde Oriente.
Así, cuando los profanadores beorlingas bajaron por la escalera del santuario, los ocho guerreros de Mitra les atacaron y su ataque es duro, coordinado y terrible. Oswulf sufre una herida severa y las armaduras y escudos de Rowen y Marek son lo único que les salva de que su sangre salpique las paredes del santuario, madera astillado y eslabones sueltos de malla es lo único que obtienen de ellos los espectros.
Hvit utiliza su saber rúnico para crear un circulo de protección contra la magia negra que parece proceder de los espectrales leones de Mitra. Oswulf se deja arrastrar por la resaca de la batalla y se precipita al rugiente mar del trance del berserk, mientras Rowen utiliza su espada jotum para acabar con uno de los centuriones de los guerreros no-muertos. La hoja forjada por Theknar causa tanto estrago en la carne de los muertos como en la de los vivos, y uno de los leones de Mitra muerde el polvo. La hueste beorlinga elimina a los miles, y asi Oswulf puede emplearse a fondo contra el ultimo de los campeones del dios muerto.
Alto, muy algo, gritan el nombre del Padre de Todos los triunfantes hijos del oso, en esta catacumba
olvidada. Buscan y logran el buscado botín entre las ruinas de la pompa romana, las magníficos vasos de oro y plata, labrados en la el Oriente de soles implacables, sedas y camellos. Finalmente los hallan , llenos de suave mirra, fragante incienso y resplandeciente oro, y los reclaman para si, fruto de su valor y pericia en la terrible brega.
Presurosos abandonan la colina hechizada, dejando atrás los embrujos de las hadas.. Y cuando se han alejado, un extraño olor hace a Hvit abrir el zurrón donde guarda los vasos sagrados. Con sorpresa descubre que donde antes había tres magníficas obras de orfebrería en oro y plata, ahora solo hay tres burdas tallas de madera. La mirra se ha convertido en sebo, el incienso en hollín y el oro en cagarrutas de oveja.
Sin embargo, la sorpresa inicial se transforma pronto en aguda compresión para la wicce sajona. El ancla en Midgard del conjuro de Artorio ha caído, la ilusión del elfo ha sido destruida. Los burlados adoradores de Mitra desconocían que solo custodiaban una ilusión, una mero espejismo.
Siempre ansiosa de conocimiento, Hvit llena de agua su cuenco labrado, y trata de ver que esta pasando en Alfheim, con el segundo ancla del conjuro, la mitad pendiente de su tarea. Y en el agua de la visión ve como Artoria es prendida por los soldados de su "padre" y arrastrada al interior de la Villa...
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