El apuesto principe Hrolf de Ribe |
Tras diez días de navegación el Lagrimas de Freya alcanza las costas de la península que separa el Mar del Norte del Báltico, en concreto la ensenada de Ribe, capital del rey juto. A pie de muelle les recibe el príncipe Hrolf, un apuesto joven pelirrojo, hermano de Hedriss e hijo del rey Olaf, que con su encantadora sonrisa cautiva a Jorun, paradojicamente inexperta en estos lances.
Al final Jorun no es tan dura como parecia |
...pero no es así. Marek, enamorado en secreto de Jorun desde que ambos eran adolescentes, y que se ha convertido en su guardaespaldas solo para poder estar cerca de ella, esta a punto de provocar una crisis. Durante el festín que el rey da por la noche, cuando la cada vez mas cautivada princesa beorlinga quiere acompañar al príncipe juto a un lugar donde puedan estar a solas, Marek, burlando a los guardaespaldas de Hrolf, los interrumpe, argumentando que la vidente Hvit ha tenido una visión que muestra al padre de Jorun esta en grave peligro. Jorun vuelve precipitadamente al salón, donde la superchería de Marek es revelada rapidamente. Jorun, irritada, envía a su joven guardaespaldas de vuelta al barco. Sin embargo parece que el houscarl ha logrado su objetivo, la magia del momento se ha roto... Más es entonces cuando la ladina Thorlot, por motivos que solo a ella incumben, usa su don para la mentira para que los dos amantes se reencuentren.. y pasen una noche de pasión el uno en brazos del otro, la primera para Jorun, que ha mantenido su flor hasta esta noche y que la entrega ahora con el mayor placer.
Marek dice: "Esta muerto" |
Por lo que han averiguado de la situación política en la tierra a la que se dirigen, algo huele a podrido en Dinamarca. El rey actual, Frodi, es un fratricida que mato a su hermano para quitarla su mitad de la herencia y luego se caso con su viuda. Ha ofrecido una gran recompensa a quien localice a sus dos sobrinos. Según él, tan solo quiere hacer las paces con ellos, pero dada su catadura moral, todos creen que es para matarlos. Sin embargo aunque algunos de los mejores videntes y hechiceros del norte lo han intentado, ninguno ha conseguido encontrar a los jóvenes príncipes.
Hvit la vidente tiene una fuerte premonición, esta autentica, que indica que hay un gran peligro en la margen occidental del Fiordo de Odense. Siguiendo su consejo, y aunque es mas peligroso, se adentra en el fiordo pegándose a su costa oriental. De esta manera llegan a los muelles de Odense sin dificultad. Allí son recibidos por una sombría comitiva, al mando del pálido y enjuto chambelán de Hord, Freca.
Marek desembarca el primero, de manera tan enérgica y precipitada que los daneses retroceden varios pasos y enristran su lanzas. Jorun debe poner orden y presentarse. Cuando se escucha el nombre "beorlingas" entre la pequeña muchedumbre que ha llegado a ver el desembarco se oyen gritos de "los protectores del Perjuro" y Freca debe poner orden a su vez. Finalmente dice que Jorun puede acompañarle a ver al jarl si lo desea, pero solo podrá llevar con el a dos acompañantes. Jorun escoge a otras dos mujeres, Rowen y Hvit.
El salon del jarl es mucho menos acogedor que el del rey Olav. Se nota que es lugar presidido por la
ira, Hord se sienta sobre su sital de madera negra de boj y responde con hostilidad a la joven princesa sajona. Su impertinencia llega a rozar la locura, cuando la hija de Hlothere le dice que su hijo y su ex prometida se han casado y están ahora bajo la protección de Freija, se refiere a la diosa como "La puta de Asgard". Finalmente Jorun se ofrece a prestar a Olav cualquier servicio que requiera como Weregeld por su hijo Vagn, y Hord le toma raudo la palabra.
Hace unas semanas, un gigante marino llamado Varamir el Pescador, se ha enseñoreado de un alto pico que domina la costa oeste del fiordo (de ahí mi predicción, piensa Hvit) y lanza sus redes mágicas contra cualquiera que se atreve a acercarse. Los pescadores de Odense han tenido que dejar de faenar en ese caladero, el mas rico del lugar. Si consiguen librarle del gigante, considerara la deuda saldada y levantara la recompensa que ofrece por la cabeza de su hijo.
Jorun vuelve al barco cejijunta, y ordena a Wulfric el Cazador que busque un lugar en el fiordo donde acampar, lejos del asentamiento. Wulfric encuentra un buen lugar, alto y resguardado, con un torrente de agua pura junto a él. Al anochecer, Kjallak se tiende junto al fuego, y mientras sus compañeros vigilan su cuerpo, deja que su harm vague una vez mas por el mundo de los espíritus. Llega a la colina descrita por Hord, y ve como en lo alto hay encendida una gran fogata, donde alguien asa una ristra de salmones, colocados en un espeto, como un hombre colocaría arenques. Pero no osa acercarse mas, ya que ve como un gran espiritu marino, con forma de congrio, rodea con sus anillos la roca. Se ve claramente que las leyendas que mencionan a Varamir de pasada como uno de los hijos de Rann, no estan del todo erradas.
Esa misma noche, mientras hace guardia, Marek ve una figura huidiza entre la maleza, sin saber como
ni por que, abandona su puesto en pos suyo. Se trata de un anciano con ropa de caminante, que hablan con palabras duras y certeros. Parece conocer el corazón de Marek mejor que él mismo. Le ofrece contarle como matar a Varamir, y a cambio solo le pide que cuando llegue el momento, mate a un pretendiente de Jorun. Debe hacerlo, sobre todo si quiere conseguir lo que mas desea, ya que ese pretendiente sera mucho mas peligroso que un príncipe juto de los que aman y olvidan. Este pude arrebatarle a Jorun para siempre, no por una noche. Marek duda, pero finalmente acepta el trato del caminante, que le entrega una rama de acebo con bayas, rojas como la grana, seis meses antes de que llegue el momento en que esta planta da fruto. "Pon el zumo de estas bayas en tu hoja, y Varamir caerá".
Llega el alba y con ella inquietantes revelaciones. Mientras Wulfric y Thorlot parten a explorar el pico del gigante, Hvit busca una cala apartada y solitaria donde implorar el consejo de Njord, el dios del mar. El dios del océano se presenta ante Hvit en toda su magnifica masculinidad, sin mas ropa que las olas, con su piel suave y brillante por el roce de las mareas, tal y como relatan las sagas. Mas el vanir no tiene consejos amables sino severas advertencias que trasmitir, de parte de su hija Freija: Ocurra lo que ocurra, el gigante Varamir no debe morir, o las consecuencias serán terribles.
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