Tras casi un mes en el mar,
La Reina del Sur por fin alcanza los muelles de
Desembarco del Rey.
La capital de los
Siete Reinos esta agobiada por la canícula veraniega, que ya se prolonga por siete años. Mujeres y hombres llevan la menos ropa posible y se refrescan como pueden. Un buen mercado para los limones dornienses que llenan la bodega del barco.
Nada mas desembarcar buscan un comprador para sus mercancías, aunque tardan un poco. Ese tiempo es aprovechado por los agentes de Varys para ponerse en contacto con los jugadores. Aunque alguno de ellos se hace de rogar, finalmente a Claris Arena le pasa un papelito una vendedora de tejidos mientras esta examinando un mantel de encaje myriense. El mensaje es en principio ininteligible, una serie de grupos de tres letras sin orden ni concierto.
Claris lleva el mensaje a Sarella y juntas lo examinan en el camarote de la capitana. Gracias a sus conocimientos y un libro de claves que el príncipe Oberyn le dio a su hija, descifra el texto rápidamente. Se trata de un mensaje escueto que les emplaza para mañana a las 5 de la tarde, en un establecimiento llamado Casa de Chataya, tras la colina de Rhaenys.
Pero ya esta casi anocheciendo y hay que buscar un lugar donde de pasar la noche. Tras mucho discutir, deciden coger unas habitaciones un un albergue de marineros en la Plaza del Pescado. Allí disfrutan de una cena y velada subsiguiente. Los ciudadanos de Desembarco se han acostumbrado en estos años de estío a esperar a la noche para salir y entretenerse. La Plaza del Pescado,
junto a la puerta del lodazal esta lleno de vida, color, fragancias (no todas agradables) y movimiento. Todo el contorno de la plaza esta lleno de tascas, posadas y restaurantes que ponen sus mesas y sillas en la calle y ofrecen todo tipo de productos de la Bahía de Aguas Negras: gambas y sepias a la plancha, sopa de pescado, cangrejos guisados, lenguados y merluzas...Y la ultima exquisitez, el granizado de limón, elaborado con hielo fabricado por los alquimistas y limones de Dorne. Desgraciadamente no esta al alcance de todos los bolsillos, incluyendo el de los jugadores.
Al día siguiente, los PJ saltan de la cama con ganas de comerse la ciudad. Pero lo primero es lo primero, hay que patearse los mercados de la ciudad para averiguar que mercancías están en oferta y cuales en demanda y así seleccionar cuales comprar y el mejor destino para ellas.
Más la ciudad esta llena de tentaciones y distracciones. Cuando están subiendo por la calle del lodazal, los
Capas Doradas empiezan a apartar a los viandantes y despejar la calle para dejar paso a una comitiva que avanza bajo los estandartes del Venado Coronado de los Baratheon. Un gran grupo de jinetes, con las lanzas levantadas y adornadas con las enseñas de la casa real avanza por la calle en dirección a la puerta.
¿Podrán ver al rey?, tras los soldados avanza un hombre calvo, barbudo y de semblante adusto, acompañado de una mujer con orejas de soplillo y una niña con media cara deformada para las psoriagris. Se trata sin duda de Stannis Baratheon, hermano del rey y señor de Rocadragon.
Mientras están admirando la comitiva, una raterilla le roba la bolsa a Claris y trata de desaparecer entre la multitud. Claris no puede seguirla y empieza a gritar pidiendo ayuda, pero los Capas Doradas tardan en actuar. Afortunadamente, Shain el ratero esta al quite. Se da cuenta de que la ratera le ha pasado el monedero a un compinche, un tipo delgado, andrajoso y anodino, y utiliza su propia habilidad de escamoteo para recuperar la bolsa sustraída. Una suerte por que las fuerzas de la ley y el orden no son capaces de dar con la delincuente.
Las pesquisas de los PJ por los mercados de la ciudad indican a Claris, que sin duda la lana es el producto que deben comprar. Esta muy barata y siempre se puede conseguir vender a buen precio en Pentos, que esta relativamente cerca, justo al otro lado del Mar Angosto.
Como aún les quedan unas horas hasta su cita vespertina, se dedican a callejear acompañando a Marya la Huerfana buscando hierbas, remedios e incluso venenos. Buscando los lugares mas frescos, acaban en un rincón de la calle de los especieros, frente a una botica que tiene un cartel con una rosa azul y que indica en su frontal que el establecimiento se llama La Guardia Blanca que en su interior se pueden encontrar
"Yerbas, remedios et Especialitas de Mas allá del Muro".
Intrigados por tan sugerentes indicios, los PJ cruzan el umbral, bajando un corto tramo de escaleras. El interior esta varios grados más fríos que el exterior, las paredes estan cubiertas de anaqueles llenos de tarros de loza blanca, la mayoría etiquetados en lengua común, algunos con las runas de la Antigua Lengua.
Al fondo hay un mostrador, y tras el, un encapuchado vestido con una amplia túnica azul oscuro, que oculta toda su persona, salvo sus manos, blancas como el hueso.
Los PJ tratan un buen rato con este enigmático personaje. Marya le interroga por sus hierbas, el boticario proclama tener una autentica maravilla, liquen recogido del túmulo de un rey de los gigantes, capaz de neutralizar cualquier veneno. Pero el precio es desorbitado, con lo que pide se podría comprar
La Reina del Sur. Afirma que su tienda es el unico lugar de Desembarco donde se pueden encontrar ciertas hierbas, compradas a los salvajes en Guardiaoriente del Mar.
Ragnar, con su afinidad innata por lo sobrenatural, siente que hay algo mágico en este lugar. Se da cuenta de que algunos de los tarros de loza brillan de un pálido color azul, y que estos tarros están colocado en las esquinas, en lo mas alto y lo mas bajo de los anaqueles, formando una especie de cubo. Hace ademan de examinarlos, pero el encapuchado le disuade de hacerlo.
Cualesquiera que fueran los secretos del encapuchado, no serán revelados hoy. Los PJ tienen una cita y no quieren llegar tarde.
El local de Chataya resulta ser un burdel, eso si, uno de los más caros y exclusivos de la ciudad. Chataya es una isleña del sur, y como tal, no siente reparo alguno en mostrar su hermoso cuerpo y usarlo para dar placer. Sarella, hija ella misma de una isleña del Sur, entiende esto perfectamente.
Esta afinidad cultural hace que la ama de la casa reciba a los PJ calurosamente y les conduzca a una gran habitación llena de cojines de plumas y cortinas de seda. Cuando llevan un rato allí, irrumpe un mercenario borracho, que tras cerrar la puerta entre tropiezos y torpes disculpas, recupera súbitamente la compostura.
Se trata del mismísimo Varys, Consejero de los Rumores de su majestad el rey Robert, maestro del disfraz, apodado la Araña.
Con su habitual tono suave y amable, el eunuco reprende a Sarella por traer a demasiada gente a esta reunión, y le pide que lleve una carga para el a Pentos, no tiene que preocuparse de nada, la carga llegara camuflada entre la lana que ha comprado esta mañana. Un par de cajas, en todo iguales a las demás, salvo que en su numeración, los números siete no tendrán guion que atraviese el brazo del numero. Y ahora deben disimular, pidan lo que deseen a Chataya y disfruten de una velada entretenida. Paga la Corona.